Cuentos de hadas

03.07.2015 18:35

No podía pensar más que en su sonrisa, día y noche, noche y día. Para él, el tiempo dejó de tener sentido. El único compás de su reloj lo marcaba su voz. Su delicada voz. Nada más. Nada menos. Ella le pidió la luna y él se encaramó a lo más alto del árbol más alto, de la montaña más alta, de la cima del mundo… pero no alcanzó su objeto de deseo. Pensó en colgarse de una nube y desde allí tenerla más cerca. La nube tampoco fue suficiente. Subió a lomos de un pájaro gigante y surcó los cielos, pero ni aún así logró rozar la luna. Desesperado bajó a la tierra y confesó su derrota. “No puedo bajarte la luna. He fracasado. No soy digno de tu amor”. Lejos de enfurruñarse, ella le regaló una fabulosa sonrisa. “Ya tengo mi regalo. Te he pedido lo más irracional que se me ha podido ocurrir y tú no te has parado a pensar en las consecuencias. Has arriesgado tu vida por mí. Sé, por tanto, que siempre me querrás, sin pensar en ti mismo”. Y le besó, pero al sentir sus labios ya no le parecieron de seda. Su piel ya no era como de pétalos de rosa. Su pelo no era dorado como el sol. Su sonrisa dejó de ser la de una princesa de cuento. De pronto, se paró a pensar en lo absurdo de su deseo y en cómo había puesto en peligro su vida por algo que ella ni siquiera deseaba, por un capricho tonto. “¿Y si me hubiera matado al intentar alcanzarte la luna?”, le preguntó. “Eso no es posible. Ningún príncipe muere en los cuentos de hadas”, contestó con su edulcorada sonrisa. Sus palabras rompieron la burbuja en la que había estado encerrado tanto tiempo. Se levantó y comenzó a caminar, dándole la espalda. “¿A dónde vas, mi amor?”, gritó ella desolada. “¿Tu amor? Tu amor se quedó en la luna, con el resto de príncipes y princesas, soñando cuentos imposibles y comiendo perdices fuera de temporada. Yo sólo me parezco a él, pero soy otro”.

Y echó a andar, y mientras caminaba por el angosto sendero que se creaba a su paso, la luna bajó y le susurró al oído. “Ahora sí estoy a tu disposición, no todas las que me desean a sus pies me merecen”. Dicen que se les vio caminar de la mano hasta los confines del Universo, un hombre siempre acompañado de la luna, pero ya se sabe que eso son cuentos de hadas.