Frente al mar

07.05.2013 20:20

Podía pasar horas sentada en el muro mirando al mar. El sonido de las olas, balanceándose adelante y atrás, con su rítmica cadencia de diapasón. El olor a sal, tan denso que se colaba hasta el interior de sus pulmones y proyectaba imágenes en sepia de su niñez y adolescencia. Podía pasar horas mirando al mar. Allá, en el azul infinito, se perdía soñando despierta cada mañana y cada noche, y cuando la luna se asomaba coqueta al espejo marino en los días calmados, sus ojos se quedaban prendados de cada instante. Los memorizaba como fotografías de un álbum imaginario. Podía pasarse horas mirando al mar. De alguna manera, de alguna forma extraña y misteriosa, estaba convencida de que también el mar podía verla. Podía sentirla, olerla, saborearla. Se sentía parte de él, de sus corales, de su costa abrupta y escarpada, de sus fondos arenosos y cristalinos, y esperaba, sentada en el muro, su llamada. Nunca habia ocurrido, pero sabía que llegaría el momento y, ese día, la encontraría frente a él. Preparada.