La despedida

26.04.2013 12:27

El corazón en un puño y los ojos anegados en lágrimas. Tenía que marcharse. Tenía que dejar todo aquello que un día, no muy lejano, dio sentido a su vida. Tenía que aprender a decir adiós, tal vez para siempre. La boca seca, una sensación extraña en el pecho, y un calor sofocante que, de repente, se transformaba en frío. No me quiero ir, pensó. Éste es el mundo que conozco y no quiero aprender a vivir en ningún otro. Caricias, abrazos, besos, peleas, reconciliaciones, risas y llantos que formaban parte ahora del mismo equipaje. Adiós, volveré. Lo dijo con la voz a punto de quebrarse, pero no quedaba nadie ya para escucharle.