La rosa

08.11.2013 11:04

Me lo dijeron mil veces, o tal vez incluso más, pero hay cosas que suceden porque deben suceder. Me advirtieron que tuviera cuidado con ella, que las rosas son bellas pero tienen espinas. Yo ya lo sabía. ¿Cómo no iba a saber algo así? ¿Acaso no sabe el pájaro que no puede tocar el sol? ¿No sabe que nunca lo alcanzará? Me lo dijeron mil veces, pero hay cosas que son inevitables. Así es la vida, repetitiva. Caótica. Frustrante. Bella y decadente a la vez. Yo ya sabía que las rosas son bellas, efímeras y, justo por eso, deseables. Lo sabía. ¿Cómo no iba a saberlo? Yo sabía que no estaba hecha mi mano para acariciar sus pétalos. Lo sabía. Pero aún así quise tener la rosa. Quise acariciarla. Abrazarla. Y quise que ella también me quisiera a mí. Me lo dijeron mil veces, tal vez incluso más, pero hay cosas que son así. Me arañé con cada una de sus espinas, y mis manos sangraron sólo con su contacto, pero logré no manchar ni uno solo de sus pétalos rojos. Lo sabía, y justo por eso no pude nunca decir nada sobre mi herida. Me lo dijeron mil veces, o tal vez incluso más, pero era tan bella. Era tan bonita.