No soñar

25.04.2016 11:40

Volvió a tener aquella pesadilla en que caía por el risco de una montaña y nunca llegaba a tocar el suelo. Lejos de tranquilizarle, al fin y al cabo nunca llegaba a ver su inevitable final, esa caída interminable le angustiaba de una manera indescriptible. Cada día se iba a la cama con miedo a volver a caer en aquel sueño recurrente que, al menos, una vez a la semana regresaba para perturbar su descanso. En la pesadilla jamás controlaba la situación. Había oído que algunas personas eran capaces de soñar que volaban o incluso salir de su propio sueño y ver su caída. Él no. Él sentía cada segundo del descenso en el estómago y se levantaba bañado en sudor y con la sensación de no tener más oportunidades para seguir con su vida. Llego un momento en que la pesadilla no fue eventual. Se convirtió en una constante en su vida. En su sueño. Una noche, decidió recurrir a las pastillas. Un valium 5 parecía asegurarle una noche sin interrupciones, sin pesadillas, sin sueños, sin nada… A la mañana siguiente se sentía atontado y mareado al despertar, pero no había soñado con nada. El objetivo se había conseguido. Desde entonces cada noche repitió la jugada. Y cuando el sueño no era suficientemente profundo duplicaba la dosis, la triplicaba incluso. Cuando no fue bastante con las pastillas, añadió alcohol y maría a la mezcla. Un cóctel infalible para no soñar. Llegó un momento en que estaba tan atontado que no conseguía diferenciar los días de las noches. Comenzó a perder a sus amistades de siempre, su novia lo dejó porque pensó que lo engañaba con otro, se ausentaba del trabajo y sus jefes, extrañados, le obligaron a cogerse una baja temporal hasta que consiguiera controlar su situación. A él no parecía importarle nada, sumido en un letargo constante, su peor pesadilla parecía empezar a cumplirse y comenzó a caer tan rápido, y por una senda tan empinada, que el impacto fue imposible de evitar. Eso sí, tampoco esta vez llegó a ver el final. Tampoco llegó a sentir nada.