Sus ojos

04.02.2014 16:58

No le tenía miedo a nada, salvo a sus ojos. Oscuros, enmarcados por un infinito reguero de pestañas. Profundos. Acusadores. Sabios. Conscientes de todo lo bueno y lo malo que en el mundo ha sido. No le tenía miedo a nada, salvo a sus ojos. Recorrió cada una de las páginas de su vida sin pensar en las consecuencias, sin temer las repercusiones de sus actos. Nada podía pasarle. El mundo era su ruta y él la surcaba a sus anchas. Libre. Poderoso. Valiente. Imparable. La vida era su tablero y él jugaba a todos los juegos con espíritu de eterno ganador. Corrió como alma que lleva el diablo hacia delante, intentando vencer al tiempo en una carrera imposible, y cuando se agotaron sus días, cuando no quedaba nada para el final, tuvo que enfrentarse a ella. Aún peor, a su mirada. A sus ojos llenos de infinita bondad y perdón absoluto. Aún así, ¡como temía esos ojos! Más que a nada en el mundo. Cuando cerró los suyos, aún sentía su mirada, recordándole que, pese a todo el daño que le había hecho, nunca, jamás, había dejado de quererle. Ni por un instante. No le tenía miedo a nada, lo que son las cosas, a nada más que a sus ojos.