Aquellas tardes lejanas

03.04.2014 19:41

Recuerdo las tardes de campo al sol devastador del mes de junio, cuando compartíamos, nada más sabroso, esas patatas asadas con piel al calor de la hoguera. Esos tomates turgentes con sal gorda por todo aderezo. ¡Qué ricos estaban! Recuerdo el olor de las encinas y mis equilibrios sobre las peñas. Las rodillas raspadas, los pantalones raídos y la cara siempre sucia, casi por necesidad infantil.  Se cuela en mi memoria la imagen de mi abuelo, con un pañuelo en la cabeza a modo de gorro casero, leyendo muy serio el periódico, en medio de aquella algarabía de pequeños grandes locos. A un primo jugando a capitán de barcos piratas sobre el adusto aljibe y a los varones adultos con la radio (transistor en aquel entonces) pegado a la oreja, escuchando los resultados de los partidos, esos mismos que cada semana nos iban a hacer millonarios. Recuerdo el regreso a casa en las tardes de domingo, el sabor agridulce en la boca de todo lo que se acaba, y la esperanza de que muy pronto,  volveríamos a sacar la manta de cuadros y las tortillas, y podríamos volver a correr por la dehesa extremeña. Recuerdo las tardes de campo de ni niñez. ¡Qué lejos quedan!