Bajo los charcos. Final.

17.04.2015 12:37

No tenía fuerzas para seguir buscando y se dejó llevar, hacia delante. Durmió y soñó con su hija, su pequeña niña del alma. Y después de meses sin hacerlo pudo, por fin, sonreír.

 

No entendía porque su padre no había ido a buscarla, porque su madre no estaba allí para llenarla de besos. No entendía nada, en realidad. Había querido huir a otro mundo, crear otro universo en el que ella fuera realmente lo importante, y no el trabajo, ni los amigos de sus padres, pero ahora se sentía sola, desamparada. Echaba mucho de menos a papá y a mamá  y sólo quería estar junto a ellos. Se tumbó en un banco de aquel curioso parque y el sueño arrasó todos sus pensamientos. Y se sintió bien. En paz.

 

Tumbada en aquel cuarto lúgubre intuía sombras a su alrededor pero no veía nada con claridad. Tal vez había tomado demasiados somníferos esta vez, pero sólo quería a acabar con todo. Cerrar los ojos y volver a ver a su marido y a su niña. Una vez más, sólo una.

 

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Nadie supo explicar muy bien qué fue lo ocurrió. Era un día realmente malo, llovía como si se tratara del diluvio universal. El coché derrapó, giró sobre sí mismo y se precipitó al vacío, puente abajo, derecho al río. Los viandantes vieron caer el vehículo al tiempo que empezaba a arder. No se pudo hacer mucho. La niña murió en el acto, el matrimonio quedó en coma. Él durante unos meses. Ella cerca de un año. Ninguno de los tres sobrevivió a aquel fatídico accidente. O tal vez sí. El mundo, el universo, es infinito y sólo conocemos una pequeña parte del mismo, la que podemos percibir. La que creemos entender. Tal vez, pudiera ser, que diferentes universos confluyeran a nuestro paso y algunos seres humanos pudieran llegar a traspasar sus fronteras. O tal vez no. ¿Qué sabemos nosotros?

 

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"¡Pablo, sal de ahí! ¡Cómo te caígas dentro del charco y te mojes me voy a enfadar!", gritó la madre al ver al niño con los ojos clavados en lo que parecia un charco de lluvia. Absorto. "¿Se puede saber qué haces?". "Nada mamá", dijo Pablo corriendo hacia su madre, "estaba saludando a una niña y a sus papás que estaban al otro lado del charco". "Dios mío, que tonterías dices, te voy a prohibir que veas tanta televisión". Pabló miró hacia atrás y saludó, con la vista puesta en todo momento en el charco.