Calor

17.08.2013 10:18

Era tanto el calor que, tumbado en el suelo de su habitación, pensó que podía llegar a fundirse con los baldosines. En la madrugada de aquel día de agosto, no encontraba aire para respirar en ningún lugar de la casa. Ni en la cocina, ni en el baño, ni en la terraza, ya que la escasa brisa que hacía acto de presencia, entre tímida y cobarde, era ardiente como el fuego del mismo infierno. Salió descalzo a la calle, intentando sentir la humedad del cesped en la planta de los pies, pero ni siquiera pudo lograr algo tan poco ambicioso. El manto verde que antaño cubría la entrada de su vivienda como si de una alfombra se tratara, se había vuelto reseco y de un tono entre marrón y amarillento que no dejaba lugar a dudas. Si hubiera olfateado un lejano aroma a azufre ni siquiera le hubiera extrañado, tan convencido estaba de que el infierno había subido a la tierra. Caminó y caminó hasta toparse de bruces con la piscina de la comunidad. Azul, inmóvil, sugerente y atractiva como nunca nada en el mundo le había parecido. Se quitó la camiseta que llevaba puesta a modo de pijama y se lanzó al agua, sin ropa alguna. El frescor relajante le invadió al momento. Y se dejó llevar hacia el mismo corazón de ese frío, inesperado, que se le antojaba el manjar más apetecible del mundo. Buceó y buceó hasta las mismas entrañas de la piscina y cuando parecía que iba a tocar con el suelo de la misma, ésta se amplió aún más como si de un agujero negro, en este caso azul turquesa gracias a los focos que la iluminaban aún en la noche más oscura, se tratara. Siguió avanzando más y más, inmensamente agradecido por el frío que sentía en la piel, y picado por una intensa curiosidad. ¿A qué extraño lugar le llevarían sus brazadas? Cuánto más avanzaba, mejor se sentía. Se acabaron los problemas. Se acabó el calor. Se acabó. Se terminó... "Era sonámbulo", dijeron a la mañana siguiente quienes le encontraron flotando boca abajo en el agua calmada de la piscina. "Era sonámbulo", repetían al dar la vuelta al hinchado cadáver en cuyo rostro se podía adivinar una curiosa mueca de felicidad.