Deprisa

25.04.2013 12:50

Tenía prisa. Siempre tenía prisa. Iba corriendo a todas partes. Dormía poco para no perder el tiempo. Se daba duchas rápidas, tomaba desayunos ligeros, comía en el trabajo, y entre las idas y venidas, iba al gimnasio, al psicólogo, a ver sus padres... todo, eso sí, cronometrado. Quince minutos para correr en el parque, diez para comer, veinte minutos de reunión con algún magnate, quince para ver a sus hijos, dos minutos para hablar con su ex... su vida estaba medida por las manillas del reloj y por la agenda que, hábilmente, le llevaba su secretaria. Tenía amores rápidos, sin importancia, sencillos de olvidar. Amigos de conveniencia, de los que no dejan huella. De esos que nunca están cuando hace falta. En realidad, toda su vida era sí, fácil de olvidar. Consumida demasiado rápido como para dejar huella. Lo sabía, pero le daba igual. Caminaba, con la misma urgencia que vivía, hacia la muerte.