Destino

01.05.2014 09:40

La ciudad olía a rosas y a tierra mojada. A limpio. El cielo se había convertido aquella mañana en una pantalla azul sobre la que proyectar las esperanzas por cumplir. Salió a la calle con la seguridad de quién sabe que el mundo se podría poner a sus pies, como una alfombra roja, si las cosas le salieran bien. A fin de cuentas, cada nuevo día era una página en blanco por escribir y ella tenía muchas esperanzas en que las cosas le salieran bien. Una ligera brisa removía las hojas de los árboles y parecía impulsar sus pasos hacia delante. La ciudad olía a rosas y a tierra mojada. A recuerdos por crear. A suspiros olvidados. La calle se rendía a sus encantos, o eso creía ella porque, en ocasiones, lo único importante es tener confianza en uno mismo. Caminó decidida hacia su destino y se perdió para siempre en la memoria de quienes la querían. La ciudad olía a rosas y a tierra mojada, aunque en realidad la podredumbre lo ocupara todo, y el cielo no fuera azul sino gris, y la ligera brisa, una tormenta.  Recuerdos olvidados, esperanzas perdidas, páginas arrugadas en el fondo de una papelera. A veces el destino se ríe de nosotros, a veces… Otras se cumple. 

 

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