El canto del grillo

17.08.2016 19:54

 

“Mamá, hay un grillo enorme en mi cuarto, gigantesco, que está luchando a muerte con una cucaracha que es igual de grande y además vuela”. A las cuatro de la mañana de un caluroso día de verano el intermitente canto de un grillo, polizón a buen seguro en algún rincón de mi casa, debía haber despertado a mi hijo, miedoso de por sí, incentivando su enorme imaginación. De verdad que se están “dando fuerte”. Con los ojos todavía semicerrados por el sueño le contesté, acariciando su cabeza. “Es una pesadilla cariño, no te preocupes. No hay ningún insecto gigante en tu cuarto”. “Pero mamá, es peligroso”… su voz se fue diluyendo y su inquieto movimiento fue cesando al tiempo que se quedaba dormido. La noche pasó, como todas las de verano, más rápido de lo que me hubiera gustado. Cuando abrí los ojos, ya no escuche cantar a ningún grillo, y mis dos hijos compartían cama con nosotros. Fui directa al baño para lavarme la cara. Al ponerme las gafas y volver a recuperar la realidad perdida durante horas, sentí que se me helaba la sangre. Ante mí surgía un dantesco espectáculo de patas, antenas y restos de insectos diseminados por toda la casa, como si durante la noche hubiera tenido lugar una lucha entre titanes. “Esta noche ya no canta ningún grillo mamá, al final se mataron entre ellos”.