El demonio y la memoria

08.02.2019 13:39

 

Aquellas palabras no hacían más que retumbar en su cabeza. “La única manera de salir de aquí con vida es que me dejes en prenda algo tuyo, pero algo tuyo de verdad. Me da igual qué. Una mano, una pierna, un ojo, un dedo… algo que, de verdad, te importe. O si no quieres mutilarte, uno de tus hijos… a tu marido, que, al fin y al cabo, no es nada tuyo”.

La figura diabólica se dirigía a ella con un tono casi jocoso, burlándose de la situación en la que se encontraba y en la que, indudablemente, se había metido sola, por torpeza.

No tenía cuernos, ni rabo, ni un color rojizo como el fuego, pero nadie podría dudar de que aquel avalista era un demonio espantoso y tenía poder sobre ella.

Renunciar a sus hijos o su marido era imposible, así que comenzó a pensar de qué parte de su cuerpo podría prescindir. Pero no podía concentrarse. Todo lo veía necesario. Sus dedos, sus manos, sus pies, sus ojos, sus orejas… La cabeza le dolía más y más.

“Puedo darte algo mejor que una parte de mi cuerpo, te puedo dar mi memoria. Mis recuerdos. Todas las cosas buenas que me han pasado en la vida, y también las malas. La experiencia. Las caídas y las fuerzas sacadas de la nada para levantarme y continuar. Puedo darte el secreto de mi éxito para que tú lo pongas en práctica y tengas tanto dinero como tengo yo”, le dijo en un arrebato de sinceridad. “Es, junto con mi familia, lo más valioso que tengo, pero, a cambio, nos dejarás a todos en paz”.

El diablo usurero sopesó la oferta y concluyó que era buena. A fin de cuentas, una parte del cuerpo de aquella mujer no le servía para nada. Un hijo, tal vez como esclavo, pero poco más, sin embargo su memoria estaría llena de grandes ideas, observaciones, planes y proyectos exitosos.

“Hecho. Vuelve a tu vida y déjame aquí todos los instantes que has vivido hasta el día de hoy”.

Ella dejó su memoria íntegra, tal y como había prometido, y se marchó con los suyos, aunque ahora no sabía que eran los suyos. No los recordaba. Sin embargo, ellos, que sabían el sacrificio que había hecho para salvarlos, se encargaron de generarle nuevos recuerdos, aún mejores, y consiguieron que su vida fuera tan buena como merecía.

El demonio, como ser ruin y despreciable, trató de utilizar los recuerdos de la mujer en su provecho, pero nada funcionaba como hubiera debido. Todo le salía mal.

Intentó preguntarle a la mujer qué era lo que estaba haciendo mal, el motivo de que solo pudiera acumular fracasos, pero ella no lo recordaba y nadie se había molestado en contarle quién era aquel tipo feo, desagradable y malencarado, y no pudo ayudarle.

 

Y el demonio se arruinó y perdió todo lo que tenía porque las ideas brillantes no se pueden copiar. Se tienen o no se tienen