El olor de la felicidad

03.05.2013 14:06

A tierra mojada. No tenía duda. Ése, y no otro, debía ser el olor de la felicidad. El olor de los buenos momentos, de los días de infancia, de los recuerdos... Ese aroma que sólo es posible los días de verano cuando, tras una jornada de mucho calor, el cielo se rompe de par y en par y la lluvia refresca el ambiente. Derramándose sin prisa. En esos días en que la tierra, agradecida, regala todo su aroma a quienes la habitan. El olor del primer amor, de los primeros besos robados, de las primeras lágrimas... De los sueños que nunca fueron y de los que quedan por soñar. Por desear. Por añorar. Las cosas buenas deben tener ese olor identificativo, a todo lo dulce y bueno que ha ocurrido en el pasado y que, de alguna manera, regresa cuando las primeras gotas de lluvia refrescan la tierra reseca. Ése era el aroma que quería para su vida. Para su muerte. El olor de su memoria. A tierra mojada.