Furiosa

23.11.2013 14:06

Furiosa. Rabiosa. Enloquecida. Sus ojos, siempre dulces y sonrientes, se habían vuelto salvajes. Inyectados en odio, parecían desafiar a quién osara cruzarse en su camino. Había sido frágil. Siempre. Y esa fragilidad fue, precisamente, la que consiguió resquebrajar sus fuerzas. Se rompió. En miles de pedazos. Se fracturó para siempre porque hay cosas que no pueden volverse a unir. Su dulzura se convirtió en amargura. Su amor por todo y por todos en odio y rencor. Su fuerza se tornó en debilidad. Se rompió en mil pedazos y decidió arrasar con todo lo que hubiera a su paso. Furiosa. Rabiosa. Enloquecida. Se arrancó el destrozado corazón del pecho y lo arrojó a los lobos para que se dieran con sus restos un festín. Se hizo fuerte a base de caídas, pero se cayó tantas veces que nunca más pudo volver a ponerse en pie. Decidió regresar desde el infierno para hacer tanto daño como le habían hecho. Para romper tantos corazones como encontrara a su paso. No os crucéis en su camino. No intentéis prestarle ayuda. Ya no la quiere. Ya no la necesita. El odio ya no le permite mirar hacia atrás. Necesita lágrimas para saciar su sed. Sangre para curar sus heridas. Gritos de horror para conseguir su silencio. Furiosa. Rabiosa. Enloquecida.