La espera

09.10.2013 09:43

Se sentó a esperar en el jardín, a la sombra del frondoso árbol que la vio crecer, que la vio soñar, que enjugó sus lágrimas.

Se sentó a esperar a la sombra, con un libro en las manos para hacer más llevadero el trance. Y miró las nubes, que jugaban a unirse y separarse haciendo formas imposibles, formando imágenes posibles pero inexistentes. Haciendo y deshaciendo realidades y fantasías.

Se resguardó, bajo el árbol, de la lluvia, y se alegró de ver el arco iris resplandecer en medio del cielo, como una promesa cumplida. Y esperó. Y esperó. Y soñó que todo volvía a ser como al principio y, aún sabiendo que eso era imposible, durante todo el sueño fue feliz. Se sintió muy cerca de lo que un día fue suyo. Y esperó. Y esperó.

Se sentó a esperar en el jardín, rodeada de flores, de color y de luz. Y recordó como fueron los días pasados, saboreó el eco de las risas en el recuerdo, el sabor amargo de las peleas, y la dulzura de las reconciliaciones. Recordó todos los buenos días lanzados al aire, y las buenas noches que aún resonaban en las paredes de su habitación. Recordó los días, las horas, los minutos, los segundos compartidos, y esperó. Y esperó. Y esperó.

Se sentó a esperar en el jardín y se dejó vencer por el sueño, por un sueño curativo y renovador. Por un sueño largo y redentor. Se sentó a esperar y se durmió, y no supo despertar cuando él llegó. Había esperado demasiado.