La mujer rota

09.10.2013 10:36

"Creo que me he roto", le dijo. Él la miró con cara de incredulidad. "¿Cómo te vas a romper? No eres una cosa. No puedes romperte". "Y, sin embargo, lo he hecho. Me he roto en mil pedazos y no hay pegamento que pueda arreglarme", le contestó. Y se dió la vuelta en la cama, mirando hacia el lado contrario que él. Notando sus ojos clavados en los huesos de su espalda. Sintió la espesura del silencio. Notó su incomprensión absoluta y sus esfuerzos por entenderla. "Pero, ¿qué es lo que te pasa?". Ella no sabía explicarlo. No podía. No tenía palabras para describir lo que sentía. No era capaz de hablar de la fragmentación de su alma. De la fragilidad de lo poco que quedaba de ella misma. De su integridad deshecha. En algún momento del camino, del viaje, se había fracturado. Se había desgajado de su propia base. Se había consumido hasta quedar reducida a cenizas. Se había roto y, lo que era peor, sabía que no tenía arreglo. "Será mejor que durmamos. Mañana será otro día y lo verás todo con más claridad", dijo él. O eso le pareció escuchar porque ya estaba muy lejos de la realidad. Sobrevolaba un mundo enajenado en que nada tenía importancia. El mundo en que las cosas rotas iban a morir.