La princesa triste

18.11.2013 12:02

 

Erase una vez hace mucho tiempo, tal vez no tanto, ya se sabe que el asunto del tiempo es relativo, que una linda y tierna princesa se sentía muy triste. Lo tenía todo para ser feliz pero las princesas, qué quieren que les diga, tienen esas cosas. Sus enormes y bellos ojos, no hay princesa fea en un cuento que se precie, se apagaban por minutos  y su boca perdía su rojo natural. Las princesas cuando están tristes generan, eso tampoco es ninguna novedad, un auténtico problema de Estado. Nadie podía solucionar su problema y la única cosa que ella podía hacer para no sentirse peor era llorar. Lloró tanto, tanto, tanto, que todo su enorme palacio comenzó a inundarse. Lloró tanto, tanto, tanto, que su hermoso y justo, si es que la justicia existe, reino fue poco a poco sumergiéndose debajo de las aguas. Todos los habitantes del reino, incluida la propia princesa, perecieron presas de la tristeza inexplicable de la bella dama. Todos murieron sintiéndose muy apenados por su desdicha. Ella en cambio no sintió la pérdida de ninguno de los que le rodeaban. Erase una vez hace mucho tiempo, tal vez apenas ayer, un reino en el que todos se sometían a las veleidades de una princesa triste. Erase una vez una vez un cuento a cuyo término no quedaba nadie para comer perdices y ser feliz,  porque, así son las cosas, y no todos los cuentos acaban bien.