La sensación

14.06.2013 19:50

Le gustaba quedarse sola en casa, sobre todo un viernes por la noche. Con una copa de vino disfrutaba de los últimos capítulos de una de sus series favoritas. Tiempo para ella, pensaba. Sólo para ella. Un lujo. Bebió un sorbo de vino y comió un poco de queso. Delicioso. Estaba disfrutando como hacía mucho que no podía hacerlo. De golpe sintió una sensación extraña. Inusual. No estaba sola. En realidad, sí lo estaba. Su marido y su hijo estaban en casa de sus suegros y no volverían hasta el día siguiente. Apenas una hora antes había hablado con ellos. Miles de kilómetros y un pedazo de océano los separaban. Estaba sola en casa. Y sin embargo... No había oído ningún ruido. No era eso. Tan sólo un escalofrío. Un presentimiento indefinido. No estaba sola. Lo sabía. Con una seguridad absoluta. Indiscutible. Pensó en levantarse y recorrer tranquilamente la casa pero, por algún motivo, no lo hizo. No fue capaz. Alzó su copa de vino y le dio un sorbo. Lento. Demorado. Bebió deleitándose en el sabor del vino para sentir su calor y olvidar la extraña sensación que no la abandonaba. No estaba sola. Todos los poros de su cuerpo lo estaban gritando a la vez: Hay alguien aquí. Tienes que ser valiente. Y cogió impulso para ponerse en pie. Pero no lo hizo. Continuó sentada. Cogió otro trozo de queso y se lo llevo a la boca, masticándolo despacio. Muy despacio. No estoy sola en casa, gimió para sus adentros aterorizada. Tenía que hacer algo, se repitió. Subió el volumen de la tele, se arrebujó en el sillón, bien tapada con la manta y en voz baja susurró. "Esta noche duermo en el sillón". Continuó bebiendo su copa de vino con la única compañía del murmullo televisivo. O casi.