Medias de seda

14.01.2018 20:40

Siempre sentía un curioso placer al ponerse unas bonitas medias de seda. Disfrutaba de la sensación de la seda en su piel y, justo por eso, se las ponía siempre muy despacio, deleitándose en el mismo tacto de la prenda. En la sugerencia y la elegancia de las formas. Le encantaban sus piernas envueltas en tan deliciosa funda. Se sentó en la cama e introdujo primero una pierna, luego la otra avanzando despacio para encajar el pie en su lugar, talón con talón. Una curiosa sensación de lejanía la invadió de golpe. El pie avanzaba por el interior de las medias pero no parecía encontrar el final. Se guiaba por instinto, tal y como lo había hecho siempre. Pero el resultado no era el debido. No parecía llegar a ningún lugar. Con el otro pie pasaba lo mismo. Aquellas medias parecían infinitas. En un absurdo y hasta infantil gesto tratóde mirar en el interior para ver cuánto quedaba hasta alcanzar el final de aquel túnel de seda y encaje. Ni siquiera podía ver su pie. Metió como pudo la cabeza en las medias. Todo se volvió negro. Oscuro. Y suave. Sedoso. Toda ella estaba atrapada en unas interminables, elásticas y delicadas medias de sedas. Comenzó a correr por el túnel resbaladizo en que se había convertido aquello pero, lejos de avanzar, tuvo la seguridad de que cada vez quedaba más para llegar al final. Más aún. Supo que no había final. Había sido abducida por un extraño fenómeno sin sentido. Por unas medias. Eso sí, de auténtica seda.