Nadie lo sabía

10.02.2014 18:56

Nadie lo sabía. Evidentemente. Esas cosas no se dicen. La gente no se las cree. Y es que la gente siempre piensa que sabe mucho de todas las cosas y en realidad nadie sabe nada. Lo cierto es que él podía volar. Desde niño. Lo descubrió un día en que, por la noche, asomado a la ventana cuando los demás pensaban que dormía, se le cayó un muñeco sin querer. No lo pensó dos veces. Se tiró detrás de él para atraparlo antes de que tocara el suelo y, aunque todo indicaba que debería haberse matado, no pasó nada. Aquella fue la primera vez que supo que podía sostenerse en el aire sin peligro. Como le daba miedo contar a sus padres la imprudencia cometida (quién hubiera podido adivinar que él, al igual que un superhéroe, podía volar) no dijo nada. Ni ese día, ni ya nunca más. Salía por las noches a dar una vuelta y procuraba hacerlo vestido de negro para confundirse con la noche. Se acercaba de lejos a las fiestas del barrio, a las verbenas de carnaval, a las fiestas populares del verano y al autocine de la ciudad. Pasaron los años y fueron creciendo, él y su secreto. A quién se lo iba a contar. Las chicas, a estas alturas, pensarían que era un friki y le darían de lado, y sus jefes le echarían a la calle por imprudente. Esas cosas, ya lo sabía él, era mejor no decirlas. Y seguía saliendo por las noches a hacer las cosas que por el día no se atrevía o no le daba tiempo a hacer, ya fuera disfrutar del cielo, oler las flores o mirar el mar durante horas. Nadie lo sabía, pero qué sabe la gente en realidad. Sus vecinos le decían hola y adiós al subir y bajar del ascensor, convencidos de que él era, como los demás, un ser anodino y normal.  Ni siquiera se preguntaban cómo era posible que las cosas que se les caían al patio subieran por si solas a la ventana. Daban por hecho que habría sido el viento o cualquier otra cosa disparatada que consideraban lógica. A veces, se sentaba en el tejado de su casa y miraba la luna y las estrellas durante horas, preguntándose si no sería mejor perderse entre ellas y no volver a bajar a la tierra. Podía volar, aunque nadie lo sabía. Tal vez nadie lo supiera nunca, pero, a quién le importan esas cosas. La gente no se las cree. La gente no se las quiere creer.