Obsesión

09.05.2013 12:46

No quería pensar en lo que le estaba pasando. Sabía que debía ser una obsesión paranóica que le había trastornado porque todas las demás opciones no eran posibles. Se convenció de ello y, durante un tiempo, incluso se lo creyó. Pero, como todas las mentiras que uno se cuenta a sí mismo, acaban saliendo a la luz. Un buen día se le cayó una oreja. Intentó ocultarlo, pero, seamos sinceros, es complicado ocultar algo así. Resulta aparatoso y algo sanguinolento recoger una oreja del suelo con estilo y sin que se note. Otro día perdió un trocito pequeño de mejilla. Fue así, como quién no quiere la cosa, pero ocurrió. Días más tarde, uno de sus ojos comenzó a estar suelto. Intentó encajarlo dentro de su cuenca. Fue inútil. Su pelo empezó a desenebrarse. Sus dedos se desprendieron de la mano... raro era el día en que no perdía algún miembro que siempre había considerado imprescindible. Así fue perdiendo todo hasta que lo único que le quedó fue su corazón. O más bien la ausencia del mismo porque su corazón ya se lo había llevado ella años atrás, y él ni siquiera le dijo que lo sentía. No le quedaba nada, tan sólo seguir viviendo con su ausencia.