El acumulador

22.04.2013 12:38

Pasaba las horas muertas mirando por la ventana con esos ojos grandes, infinitos, que, en sí mismos, eran otra ventana, pero a su mundo interior. No es que le importara la vida de sus vecinos, pero la conocía. Sabía lo que hacía la señora viuda del primero cada mañana cuando salía de casa. Sabía que el del tercero compraba demasiadas botellas de alcohol para vivir sólo. Sabía que las gemelas adolescentes del cuarto no eran tan buenas como aparentaban, de hecho eran un par de bichos de mucho cuidado... sabía todo de todos, pero no le importaba. No tenía interés alguno. Para él, lo único importante, el motor de su vida, era la recopilación de conocimientos, de imágenes, de instantes, de sensaciones, de olores y sabores, de emociones y sentimientos. Saber todo de todos, sentir cada paso de quienes le rodeaban. Era un ordenador humano perfecto. Por las noches, cuando cerraba los ojos para ir a la cama, el exceso de información le impedía dormir. Entonces, y sólo entonces, reseteaba. Mañana será otro día.