Rápido, rápido

05.09.2013 19:47

Sólo tenía que verla. Tenía que llegar allí rápido y cuando la viera, y pudiera hablar con ella, todo se arreglaría porque las parejas arreglan las cosas hablando. Eso lo sabe todo el mundo. Hay un problema, pues se habla, y se arregla. Sólo tenía que contarle todo lo que había pasado y ella le escucharía, le abrazaría y se darían un largo beso. Y ya está. Sin más problemas, ni quebraderos de cabeza. Sólo tenía que llegar a tiempo para verla. Ella era comprensiva y buena, y sabía escuchar... pero, ¿le creería? Porque también era algo desconfiada. Seguro que no creía en sus palabras, que no creía en él. Pero, tenía que intentarlo, ¿no? Tenía que ir deprisa, más rápido. Y sin embargo, sus piés, díscolos e irreverentes, ralentizaron su paso como sin querer, de la manera inevitable en que suceden esas cosas. ¿Y si ella tergiversaba sus palabras y acababa viendo cosas raras en lo que había sucedido como algo de lo más natural? ¿Y si no le creía? ¿Y si no le escuchaba? Sus pasos eran cada vez más lentos, más pesados. ¡Seguro que no me cree!, se dijo, siempre ha sido cabezota y necia para escuchar. Seguro que prefería creer los rumores de la calle, a los demás antes que a él. ¡Mujer torpe y mala!, se dijo, y sus renqueantes pasos se paralizaron del todo. ¿Para qué iba a ir a ninguna parte? ¿Para qué escuchar reproches de alguien que no los merece? Ahí te quedas, se dijo. Ahí, te quedas, le dijo en sus pensamientos. Y ella, que nunca supo qué había pasado, se quedó esperando su regreso hasta que acabó por olvidarlo.