Refugio II

21.02.2014 19:08

 

Mientras rezaba en voz baja, casi un susurro, creyó escuchar pasos a su espalda. No tardó en girarse, aterrorizada. Allí no había nadie. Estaba sola con las imágenes de los santos y la Virgen. El cielo se había oscurecido casi por completo y la única luz que iluminaba el interior del inmueble eran las velas. Parpadeaban casi con picardía, como tentando a la suerte, pero nunca llegaban a apagarse. Eran, probablemente, deseos, peticiones, súplicas de feligreses confiados en que de esa manera atarían en corto a la suerte, al destino y a su mismísimo Dios. Ella no sabía bien en qué creía. Su razonamiento lógico llevaba su pensamiento por derroteros bastante lejanos a la religión. Sin embargo, allí estaba, en pleno caos, acogiéndose a ‘Sagrado’. No sabía bien porqué. Tal vez necesidad de creer, de aferrarse a algo bueno, a algo todopoderoso. Quizá influencia cinematográfica o literaria. Un nuevo ruido desvío su línea de pensamiento. Allí estaba segura. En el exterior, la noche se había apoderado de la ciudad.