Sus labios

10.11.2013 20:06

Recordaba la voluminosa geografía de sus labios como si hubiera sido ayer la última vez que los había besado. Como si apenas hubieran pasado unos minutos desde que sus labios se descubrieron una y otra vez. Se saborearan despacio, entre sonrisas, entre suspiros, entre sollozos, pero siempre despacio, como se disfrutan las cosas buenas. Recordaba su boca como si nunca hubiera dejado de besarla. Ese sabor a fresas y a sal. Ese aroma dulce y amargo a la vez que tienen las promesas nunca cumplidas, que tiene el amor que no llegó a ser. Así, así recordaba el sabor de sus labios. Y sin embargo, habían pasado días, semanas, meses, años, décadas… toda una vida, un universo lleno de imágenes nítidas de felicidad, de dolor, de emoción, de locura. Toda una vida sin ellos. Sin verlos, sin tocarlos, sin desearlos. No recordaba su rostro, ni su cuerpo, ni el sonido de su voz, ni el tacto de su piel. Apenas podía acordarse de su nombre.  Pero sus labios, esos labios rojos, siempre ansiosos, siempre bellos. Sus labios nunca podrían borrarse de su memoria porque se habían fundido en ella, como sus besos, para siempre.