Tres en raya

22.05.2013 20:05

La vida era como un tablero de tres en raya que casi nunca se acaba por completar. O al menos, sólo lo hacen algunos privilegiados entre los que él no se encontraba. Eso era algo que siempre había tenido claro. Sólo unos pocos eran los elegidos, y su suerte no daba para tanto. No le importaba. Era buen jugador y acataba las reglas sin rechistar. O al menos eso es lo que había hecho hasta aquel momento. Hasta entonces nada le interesaba demasiado como para asumir riesgos. Nunca se había planteado jugar todas sus cartas, apostar fuerte para intentar vencer. No le parecía inteligente. Prefería la paz que ofrece una monotonía cotidiana. Sin embargo, la vida plantea retos constantemente. Jugadas impredecibles. Eso fue lo que ocurrió al conocerla. En el mismo instante en que la vio supo que su suerte debía cambiar. Necesitaba ser el mejor jugador. El ganador absoluto. El único. Por primera vez en su vida, algo merecía su atención, y por primera vez en su vida no le importaban las consecuencias si el premio era una sóla de sus miradas. La vida es como un tablero de tres en raya en el que uno nunca sabe lo que piensa su rival. Pero, en la mayoría de las ocasiones, si el enemigo está acostumbrado a vencer, sabés que cuenta con tu derrota. No espera un ataque directo. No espera genialidad en quién nunca se ha molestado en demostrarla. Tampoco él espera cambios en su rutina. La vida es un lugar al que venimos a perder pero en el que a veces, sólo a veces, se gana. No humilló a su contrincante. No alardeó de su victoria. Tan sólo buscó su mirada, pero ella ya se había marchado. En el juego, como en la vida, no siempre se puede elegir el premio.