Velas

10.07.2013 09:58

Las velas son mágicas. Eso es algo que sabe todo el mundo, y si no lo sabe, lo debería saber. Tienen poder. No poderes curativos, ni nada de eso. No. Mucho más importante. Tienen el poder único e irrepetible de potenciar al máximo la imaginación de quienes se dejan seducir por su luz. Las velas generan deseos que no se pueden decir en voz alta cuando iluminan los ojos de una pareja. Provocan terrores innombrables cuando se asoman a la habitación de un niño. Crean nuevos universos entre los amigos más amigos que planifican sus futuras vidas acunados por la música sin sonido que emiten. Las velas son mágicas. Todo el mundo lo sabe. Soplamos y encendemos velas para pedir deseos, encendemos y soplamos velas para cambiar de año, para desearnos mucha más vida por delante. Para amarnos en la oscuridad, para odiarnos sin tener que mirarnos demasiado. Nos protegen cuando todo lo demás falla. Nos iluminan siempre. Y se dejan gobernar a nuestro antojo porque saben, cómo nada ni nadie más lo sabe, que están ahí para servirnos, para alumbrarnos, para guiarnos. Las velas son mágicas. ¿No lo sabían?