El abrazo

29.04.2013 12:12

Sus pequeñas manitas atesoraban su cuello con auténtica ansiedad. Con devoción. Temía perderla. Era todo lo que entendía de ese universo extraño que llamaban mundo. Ella era su vida. Su heroína. Su descanso. No sabía todavía que, mucho tiempo después, necesitaría distanciarse de ella. Alejarse. Crecer por sí mismo, rompiendo ataduras. Volar. No sabía tampoco que algo más tarde comenzaría a necesitarla de nuevo a diario. Como cuando era niño. No podía ni imaginar que llegaría un día en que soñaría con poderla volver a ver. A besar. A abrazar. Sólo sabía que al abrazarla fuerte, los miedos dejaban de existir. Y se dejaba dormir sobre su hombro recio, con los ojitos cerrados. Y enterraba la nariz en su melena espesa. Nada huele tan dulce como mamá.