El beso recordado

11.05.2013 19:51

Hay besos que se olvidan porque no hay ningún motivo para recordarlos. Unos, por malos. Otros, por cotidianos. Muchos porque han sido dados con demasiada rapidez y, algunos porque el amante, tal vez tan sólo besante, era arítmico. Algunos besos se instalan en la recamara de la memoria con todo derecho y para siempre. Dicen que el primero no se olvida. Ella ni siquiera lo recordaba. Tampoco el último, ni el anterior... pero había uno, había un beso, robado al tiempo, que se mantenía inalterable en su recuerdo. O tal vez, con el paso de los meses y los años, aquel beso se había ido engrandeciendo, acorazandose, adueñándose de su cabeza hasta convertirse en eterno. No se acordaba quién se lo dio. Algún novio, o tal vez no. No recordaba exactamente cuando, ni tampoco dónde. Recordaba en cambio los labios decididos, aunque suaves, que recorrían los suyos. Delicados, aunque imparables. Recordaba su fuerza y su sabor, dulce y salado a la vez, y el instante que logró hacer inmortal en su memoria. Hay besos que se olvidan porque no hay ningún motivo para recordarlos. Hay besos que no se olvidan porque es imposible hacerlo.