La escalera de los sueños

26.04.2016 21:06

Tenía grandes sueños por cumplir. Llevaba años alimentándolos, recreándose en sus ambiciones cada vez que tenía oportunidad. Soñaba con ir escalando peldaños de una imaginaria escalera hasta lo más alto. Era un soñador. No uno cualquier, digámoslo claro, era un soñador de los buenos. De los que ya no se ven por ahí. Sin embargo, eso ya lo saben todos los que han conseguido seguir cumpliendo años para contarlo, la vida se empeña en empujarte hacia abajo cuando consigues subir dos o tres escalones seguidos. No es nada personal, la vida es así. Juega con nosotros como si de piezas de ajedrez se tratara. No obstante, a él le bastaba con volver cada noche a la cama para cargarse de fuerza con nuevos sueños. Mejores, más increíbles, más imposibles, más deseables. Y volvía a  subir puestos en su larga escalera interminable. Y la vida volvía a empujarle. Aprendió entonces que existen maneras torticeras de engañar a la fortuna. Aprendió que se sube más deprisa si no se hace de la manera debida. Y subió. Y para que nadie lo empujara, engañó más. Y siguió subiendo. Y volvió a mentir. Y llegó más alto, y más, y un poco más aún. Por el camino, sin embargo, olvidó su costumbre de meterse en la cama y soñar. Olvidó disfrutar de sus noches imaginando todo aquello que había querido ser. Se había vuelto pragmático, cínico y poco interesado en sueños inalcanzables. Sabía lo que quería y lo cogía. Todo lo demás no importaba. Las personas no importaban. Nada importaba. Cuando llegó a lo más alto de la escalera no supo qué hacer. Lo tenía todo, no podía llegar más arriba y no recordaba cómo era aquello de soñar. Se sintió vacío y la vida, burlona, le miró a los ojos y le recordó, sin palabras, que se había estado engañando a sí mismo y que ahora, desde lo alto, la caída sería mucho más dolorosa. Tenía grandes sueños por cumplir pero no supo seguir soñando.