Rumbo al sur

05.06.2016 20:24

 

Rompió las cadenas que la amarraban a todo lo que odiaba, a todo lo que nunca había deseado, a todo aquello que le fue impuesto por quienes decían querer su bien. Eso decían, pero nunca le preguntaron a ella. Las obligaciones se fueron implantando en su vida y siempre llegaban para quedarse. De hecho, en su casa, aquel lugar sombrío y triste, todos pasaban de largo, llegaban, comían, manchaban, ensuciaban, hablaban, reían y luego se iban, a veces sin ni siquiera marcharse, a sus propios mundos, dejando el suyo sucio, mugriento y triste. Un buen día, soleado, estas cosas siempre pasan cuando el sol se impone con fuerza, se duchó y se arregló con mimo, se maquilló con cuidado y se puso su mejor vestido, blanco, impoluto, bello… abrió la puerta y, sin molestarse en cerrarla, empezó a caminar. Un paso, otro, otro más… el ruido ensordecedor de cadenas rompiéndose al ritmo de sus pisadas sólo parecía oírlo ella. Rompió todas las cadenas y caminó rumbo al sur porque allí, estaba segura, nadie volvería a intentar amarrarla.