Sorbos de felicidad

28.04.2016 11:26

 

 

Nadie nace enseñado, eso no es necesario decirlo, y mucho menos a ser madre. Menos aún a serlo de cinco hijos. Cinco. Ninguna chica piensa con 18 o 19 años cómo será su vida dentro de cuarenta. Menos aún, cómo hará para criar y educar a cinco hombres y mujeres. Cómo hará para enseñarles a ser buenas personas, a formar parte de un mundo difícil y caínita, de una tierra voraz y demoledora. Nadie lo piensa, pero, a veces, ocurre. Y ahí estabas tú, joven, muy joven todavía, y con una fila de pequeñas replicas de ti misma siguiendo tus pasos, imitando tus movimientos. Para ellos eras mamá y no hay nada más valioso que una madre para un niño. Da cierto pánico pensarlo, es cierto. Pero la vida enseña al mismo ritmo que obliga a aprender. Rápido, sin medias tintas. Y aprendiste a ser fuerte, a no ceder a sus caprichos, aunque te rompiera el alma no poder llenarlos de besos a cada instante, no poder contarles cuentos imposibles, no prometerles que nunca les podría pasar nada. Tú sabías que la vida mancha, que la vida duele, que la vida daña y la mejor manera de enfrentarse a ella es endurecerse, hacerse mayor. Caerse una y otra vez hasta que ya no se sangre. No dudaste ni una vez en impulsarles, alentarles, levantarles, sujetarles… en perseguirles al fin del mundo cuando se perdían. Y traerles de vuelta, siempre. Aunque no quisieran, aunque protestaran. Siempre de vuelta a casa. Eso no se enseña, se siente dentro, en las tripas, en el corazón, en el alma. Nadie nace enseñado, pero se aprende, y la vida, a veces madre y no tirana, te permite ahora verlos, cerca, convertidos en los hombres y mujeres que siempre quisiste que fueran. La vida, a veces tacaña, otras dulce, te regala pequeño sorbos de felicidad en los besos pringosos de tus nietos, en sus voces de niños felices, en el barullo terrible de los domingos en torno a la mesa, en las risas, en los abrazos, en todas esas pequeñas cosas que convierten la existencia en lo que debe ser. La vida, a veces, y sólo a veces, hace justicia.